Potro de herrar

Aunque actualmente están en desuso, los potros de herrar se han convertido en testigos de otras épocas, usos y oficios, no tan lejanos como nos puede parecer. Un testigo de la vida ganadera de nuestra localidad y un tesoro de nuestro patrimonio etnográfico. Esta se utilizaba colocando al animal dentro del potro. Se le inmovilizaba la cabeza al yugo y se le pasaban una o dos cinchas por la panza.

A continuación, se introducían dos palos en los agujeros del portacinchos (uno que giraba y otro que hacía de freno) y de esta forma se elevaba al animal. Se ataba la pata que iba a ser calzada y se procedía al herraje propiamente dicho: primero, retirando los restos de la herradura vieja con un pujavante (cuchilla plana) y después, colocando la nueva herradura y sujetándola con clavos.